Cracovia - Wawel, Palacio Real

La calle Kanonicza (del canónigo) es por la que se llega a la Colina de Wawel, y se trata de una calle corta y relativamente estrecha. Se trata sin embargo de una de las más famosas y más antiguas calles de la ciudad; el aspecto de esta calle no ha variado gran cosa a lo largo de los siglos, manteniéndose genuina y llena de vida. Además, la calle Kanonicza supone un ejemplo de los cambios positivos que han tenido lugar en Cracovia en los últimos años. Una compleja restauración de monumentos arquitectónicos revela la verdadera belleza de la ciudad.

Al echar un vistazo al mapa de la ciudad se podrá observar cómo el espacio intramuros del palacio real es aproximado al de la superficie de la Plaza Mayor. En las muchas cámaras del palacio nos esperan exposiciones que nunca podremos olvidar. En ellas podremos observar las dependencias reales y las salas de recepción, colecciones de arte oriental y ornamentos bélicos, colecciones maravillosas de paños de Arrás así como hallazgos arqueológicos que son testimonio de mil años de presencia cristiana en tierras polacas. Es aquí, en el palacio real, donde en el año 2000 se organizó una enorme exposición llamada Wawel 1000-2000, en la que se mostró el desarrollo de Polonia como estado. También es digna de admiración la Catedral de Wawel, donde se encuentran los Sepulcros Reales (criptas donde se encuentran los sarcófagos de los reyes) , y por la que se podrá pasear por toda la historia de Polonia; también llama la atención la campana “Zygmunt”, que sólo suena para recordar momentos excepcionales en la vida del país y la ciudad. Medio día no es suficiente para verlo todo, ni siquiera a toda prisa.



Pero Wawel no es tan sólo una exposición. Incluso si tuvieran que posponer su visita al palacio para otra ocasión, previendo pasar más tiempo en Cracovia, empleen algo de tiempo paseando por sus murallas, aunque sea tarde. Las puertas del complejo están abiertas mucho más tiempo que las exposiciones, y tendrán así la oportunidad de admirar el patio, de belleza singular, la catedral, así como echar un vistazo al río Vístula y a su otra orilla, donde se alza el Centro de Arte y Técnica Japonesa Manggha (Centrum Sztuki i Techniki Japonskiej Manggha), que alberga la colección de objetos japoneses de uno de los mayores coleccionistas europeos, Felix “Manggha” Jasienski. Al bajar hacia el borde del río podremos ver también el Dragón de Wawel y la entrada a su cueva (el destino favorito de los paseos familiares). En la noche de San Juan aquí tiene lugar una gran fiesta, en la que se arrojan al agua coronas de flores, como continuación de una antigua tradición pagana.











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